Santiago Jiménez vive desde el 2018 en la ciudad de Nueva York, donde aterrizó gracias a una beca que obtuvo en el Ballet Academy East por su talento y expresión artística. Sus pasos en el mundo del arte arrancaron en la Escuela Normal Maria Montessori del sur de Bogotá cuando tenía apenas 17 años. El enfoque de esta institución educativa, en artes y pedagogía, inspiró a Santiago a inmiscuirse en el maravilloso y desafiante mundo del arte desde que estaba en grado décimo, tanto que cuando llegó el momento de decidirse por una carrera profesional, él ya tenía claro que soñaba con ser bailarín.
El Ballet Anna Pávlova de Bogotá fue el instituto de baile que lo vio iniciar su carrera en el mundo de la danza clásica. Tras dos y tres años bailando, el Anna Pávlova no era la única academia que veía sus pasos; otros artistas en Bogotá ya reconocían su talento y lo motivaban a convertirse en profesional. De hecho, Jimenez cambió por completo su rutina y pasó de dedicar dos horas al día en una clase, a tomar dos y tres clases, más ensayos en proyectos y espectáculos que lo buscaban.

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Ingresar al programa “Alma en movimiento” del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo se convirtió en su obsesión, pero ser parte de este grupo de talentosos bailarines era todo un reto. Solo 10 personas de todo el país podían tener un lugar en este grupo, por lo que la competencia para ingresar era muy reñida, sin embargo lo logró.
“El esfuerzo por un cupo en “Alma en movimiento” valió completamente la pena. Por fin pude vivir una experiencia en grande, como se veía en mis sueños: tomar clases y talleres con compañías del exterior, tener una formación altamente costeada y amplia, tener un estipendio mensual por el hecho de estar becado por talento. Los años 2017 y 2018 fueron mis mejores años, pero también decidí que serían los últimos en Colombia”.
Esa proyección de verse bailando en otros países se hizo realidad cuando, después de aplicar a muchas academias en el extranjero, finalmente llegó la carta del Ballet Academy East y una beca de estudio completa. Así comenzó su travesía por el mundo.

Lo primero que sintió Santiago al llegar a la tercera avenida del lado Este de la Gran Manzana, a pocas cuadras del museo Guggenheim y del Museo de la Ciudad de Nueva York, rodeado de las escuelas de ballet más importantes, fue sin duda: miedo.
“Pero el miedo que sentía no era malo, si no que nunca me había enfrentado a algo así. Estaba solo, frente a una nueva cultura e idioma que desconocía y aprendiendo con nuevas metodologías y pedagogías. Al principio, me costó mucho comunicarme, sabía inglés pero era muy básico. Sin embargo, me encantaba ver por las ventanas del estudio, la dedicación de niños y niñas en el ballet. Pensaba que si en Colombia podría llegar a realizarse una educación tan enfocada a niños y jóvenes, se podrían hacer espacios similares al BAE”
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Hoy en día, Santiago quiere ser parte de una compañía profesional y participar en eventos importantes, bien sea como invitado, jurado, maestro o coreógrafo.
“Ser profesional en arte no es fácil. No todas las culturas toman del arte como un oficio que deba ser pago e incluso, pocas compañías a nivel mundial lo hacen. Para un artista es un reto encontrar un lugar que aporte económicamente mientras se está fuera de casa, pero como en otras oportunidades, sé que voy a encontrar mi camino al éxito en el mundo del ballet”.